El cólera, una enfermedad infecciosa que se creía controlada en gran parte del mundo, ha resurgido con fuerza en diversas regiones, generando preocupación entre las autoridades sanitarias globales. Este padecimiento, causado por la bacteria Vibrio cholerae
, se propaga principalmente mediante agua y alimentos contaminados, causando diarrea intensa y deshidratación extrema.
En 2024, se registraron más de 800,000 casos y cerca de 6,000 muertes asociadas al cólera a nivel mundial, cifras que representan un incremento significativo respecto al año anterior. Aunque el número de países afectados disminuyó de 45 en 2023 a 33 en 2024, la intensidad y gravedad de los brotes han aumentado, especialmente en regiones con infraestructuras sanitarias deficientes.
El resurgimiento del cólera se atribuye a diversos factores, incluyendo conflictos armados, desplazamientos masivos de población, desastres naturales y el cambio climático. Estos elementos han contribuido a la interrupción de servicios básicos, como el acceso a agua potable y saneamiento adecuado, creando condiciones propicias para la propagación de la enfermedad.
En Sudán, por ejemplo, un brote reciente en el estado de Nilo Blanco ha causado decenas de muertes y miles de contagios. La situación se ha visto agravada por el conflicto interno que afecta al país desde 2023, limitando la capacidad de respuesta de los servicios de salud y dificultando la implementación de medidas de control.
Las zonas más impactadas por el cólera abarcan el Mediterráneo Oriental, África, el Sudeste Asiático, América y Europa. En numerosos de estos lugares, las condiciones de vida inadecuadas y la carencia de acceso a servicios de salud apropiados han favorecido la expansión de la enfermedad.
Para combatir el cólera, es fundamental implementar estrategias integrales que aborden tanto la prevención como el tratamiento. Esto incluye mejorar el acceso a agua potable y saneamiento, fortalecer los sistemas de vigilancia epidemiológica, y garantizar la disponibilidad de tratamientos efectivos y vacunas.
Además, es crucial fomentar la educación sanitaria en las comunidades afectadas, promoviendo prácticas de higiene adecuadas y sensibilizando sobre los riesgos asociados al consumo de agua y alimentos contaminados. La colaboración entre gobiernos, organizaciones internacionales y comunidades locales es esencial para desarrollar e implementar programas efectivos de prevención y control del cólera.
El resurgimiento del cólera pone de manifiesto la necesidad de fortalecer los sistemas de salud pública y de invertir en infraestructuras básicas que garanticen el acceso a servicios esenciales. Solo a través de un enfoque coordinado y sostenible se podrá prevenir futuras epidemias y proteger la salud de las poblaciones más vulnerables.