“De João quiero que sea un jugador determinante. Regular en el juego”, reclamaba Simeone cuando João Félix aún se sentaba en el banquillo del Atlético de Madrid. Desde que llegó cedido al Barcelona esta temporada, el delantero portugués no ha logrado deshacerse de la fama de jugador irregular que se le ha pegado a las botas. Ante el Barbastro este domingo en los dieciseisavos de la Copa del Rey, el Barça volvía a sufrir contra una rival muy inferior. João se desquició, y era una de los grandes señalados por su pasividad: desesperado, nada salía como quería —un gol anulado sin posibilidad de revisión al no existir el VAR hasta cuartos de final—, y con gestos de enfado y frustración, obsequió el córner que dio a su rival su primer gol.
“El 1-2 lo regalamos nosotros. Se nos complica por culpa nuestra, por regalar cosas que no podemos”, explicaba Xavi Hernández tras el partido sin dar nombres, pero con un protagonista claro en sus palabras. Su titularidad —frente al Almería se sentó en el banquillo tras una primera parte para olvidar, y contra Las Palmas, Ferran Torres le ganó el pulso y él solo sirvió de revulsivo— fue una oportunidad para recuperar la confianza de Xavi. Una ocasión que no aprovechó con cero goles de siete remates —el que más de todo el equipo azulgrana, tres entre palos—, 15 pérdidas de balón y un duelo ganado de siete. Y sin efectividad en defensa ni regateando —cero en cinco intentos—, Xavi lo sentó en el minuto 72 y se fue directamente al vestuario. Una marcha sin rodeos que Fermín López achacó tras el partido al “frío”. Y frente la deriva de João, llega la duda del hueco indiscutible que el técnico azulgrana había dibujado para él en el pasado.
No todo siempre fue oscuridad en las estadísticas de João. En sus tres primeros partidos con el Barcelona sumaba tres goles y una asistencia. “Soy feliz”, compartía en aquel momento el delantero portugués. Vivía su mejor momento contra el Betis (0-5) y el Amberes (0-5), pero de aquellos partidos han pasado casi cuatro meses. Tras ellos, una sequía: 12 encuentros consecutivos sin anotar. Hasta que llegó el Oporto y el Atlético y se tomó su revancha personal, dando el gol de la victoria en ambos partidos. Todo indicaba que en la Ciudad Deportiva del Barça se decidirían por pagar su ficha al Atlético. Pero pasó de brillar a apagarse con el tiempo hasta quedarse sin luz.
Y permitió que Ferran Torres apareciese. El jugador valenciano suma siete tantos —a dos de Lewandowski— y tres asistencias en 25 partidos esta temporada, uno más que João a pesar de haber jugado 173 minutos menos. Contra Las Palmas, Ferran, le ganó la batalla y la titularidad, por lo que solo sumó 19 minutos mientras el de Foios otorgaba el gol del empate para hacer posible la remontada. Frente al Almería, Xavi sentaba a João por Ferran en la media parte. La última diana del luso fue el pasado 16 de diciembre contra el Valencia, después de no jugar la vuelta de Champions contra el Amberes.
La crítica sobre su irregularidad, su dificultad para encajar y el sube y baja emocional y deportivo viene de lejos. El Atlético de Madrid pagó 127,2 millones de euros por un joven de 19 años procedente del Benfica y que cedió al Chelsea. Casi seis meses en los que anotó cuatro goles en 20 partidos y no logró asentarse para luego regresar al equipo de Simeone y volverse a marchar cedido al Barcelona. “Está claro que a la gente del Atleti no le gustan ciertos gestos, porque tenemos otra idiosincrasia. Cuando no entiendes la idiosincrasia de donde estás es difícil convivir. Todo lo bueno que le pase a João es bueno para nosotros, yo estoy feliz de que juegue tanto. Si se tiene que quedar en el Barcelona será un ingreso importante para el club, y si vuelve puede hacerlo mejorado”, aseguraba Simeone en una entrevista para la Cadena Ser.
“Había momentos en que lo hacía muy bien. Pero hay que ser constante, e igual se cansó”, comentaba Antoine Griezmann sobre el luso antes del partido del Atlético contra el Barcelona a principios diciembre. Un nómada sin rumbo que probó en Lisboa, Madrid, Londres y Barcelona, pero que parece no encontrarse a sí mismo. La caída libre de João Félix continúa en ascenso.
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