La guerra en Oriente Próximo se ha expandido definitivamente. Estados Unidos y el Reino Unido han lanzado este jueves ataques contra objetivos en Yemen relacionados con las milicias hutíes, en el primer gran acto de represalia desde que en octubre estos grupos respaldados por Irán comenzaron a hostigar a los buques mercantes en el mar Rojo. Washington ha advertido que este tipo de medidas podrían repetirse si continúan los actos hostiles de los rebeldes yemeníes.
En un comunicado, el presidente Joe Biden ha indicado que los ataques “se producen en respuesta directa contra ataques sin precedentes de los hutíes contra buques mercantes internacionales en el mar Rojo, incluido el uso por primera vez en la historia de misiles balísticos antinaves”. “Esos ataques han puesto en peligro a personal militar estadounidense, marinos civiles y nuestros socios, han amenazado el comercio y la libertad de navegación”, agrega.
Según el inquilino de la Casa Blanca, barcos de más de 50 países se han visto afectados en los 27 ataques perpetrados hasta el momento por los grupos rebeldes yemeníes. Tripulaciones de más de veinte países “se han visto amenazadas o han sido tomadas como rehenes en actos de piratería”. Y más de dos millares de barcos se han visto forzados a desviarse miles de kilómetros en otras rutas para evitar el paso por el mar Rojo.
“Estos ataques milimetrados representan un claro mensaje de que ni Estados Unidos ni nuestros socios toleraremos atentados contra nuestras fuerzas ni permitiremos que agentes hostiles pongan en peligro la libertad de navegación en una de las rutas más fundamentales del mundo”, subraya Biden, que advierte que el golpe de este jueves podría repetirse: “no dudaré en ordenar más medidas para proteger a los nuestros y al libre flujo del comercio si es necesario”.
En Londres, donde el primer ministro Rishi Sunak confirmaba la participación de cazas británicos en la operación, el Ministerio de Defensa ha precisado que “los primeros indicios apuntan a que la capacidad de los hutíes de amenazar a los buques mercantes ha recibido un golpe”.
Los ataques con misiles de las fuerzas occidentales han alcanzado objetivos incluso en la capital yemení, Saná, según fuentes de ese país. También han golpeado en Hodeida, en la costa oeste del país árabe, y cerca de una docena de emplazamientos, algunos en las cercanías de localidades con tanta importancia cultural e histórica como la ciudad de Taiz, en el centro del país. Mandos militares de EE UU que han hablado bajo la condición del anonimato han indicado que se trataba de mandar un mensaje disuasorio, no un mensaje simbólico.
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“Esta acción está encaminada a impedir el funcionamiento y degradar la capacidad de los hutíes de poner en peligro a los marinos y amenazar el comercio global… Envía un claro mensaje a los hutíes de que tendrán que pagar un precio aún más alto si no ponen fin a sus ataques ilegales”, ha declarado en un comunicado el secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, que se recupera en un hospital militar de complicaciones en el tratamiento contra el cáncer de próstata que padece. Austin ha indicado que la operación se ha dirigido contra radares, sistemas de protección antiaérea, drones y misiles balísticos y de crucero.
Los ataques con drones y misiles, cada vez más frecuentes y más peligrosos, habían llevado a Estados Unidos a crear una coalición, formada actualmente por 23 países, para proteger a los buques mercantes a su paso por el mar Rojo. Los ataques con drones de las milicias hutíes han obligado a las navieras en algunos casos a buscar rutas alternativas al paso por esas aguas, atravesadas por el 15% del tráfico marítimo mundial.
“Los hutíes aseguran que proceden de esta manera para conseguir el fin de la guerra de Israel en Gaza. Es mentira. También dicen que atacan a los barcos israelíes o que se dirigen hacia Israel. Eso también es mentira. Hostigan a cualquier buque mercante que pase, sin importar la nacionalidad”, sostiene un alto cargo de la Administración estadounidense que habló bajo la condición del anonimato.
El día de Año Nuevo, según esta fuente, Biden se reunió con su Consejo de Seguridad Nacional para analizar las acciones hostiles de los rebeldes yemeníes. Allí, el presidente dio instrucciones de aumentar la presión tanto en el ámbito diplomático, mediante negociaciones en el Consejo de Seguridad de la ONU para una resolución de condena, como en el militar, para lo que pidió opciones.
Dos días más tarde, el 3 de enero, un grupo de países encabezado por Estados Unidos y parte de esa coalición advertía a los hutíes de graves represalias si continuaban los ataques, que han alcanzado al menos dos docenas de incidentes en los últimos tres meses. Casi de inmediato, la milicia retomó los lanzamientos de misiles y drones.
Este martes, los buques británicos y estadounidenses interceptaron una de las mayores oleadas de lanzamientos de misiles y de drones perpetradas hasta el momento por el grupo rebelde yemení. Para el Pentágono y la Casa Blanca, que habían asegurado que tras la advertencia colectiva de comienzos de año no habría una segunda oportunidad, fue la gota que colmó el vaso. El presidente de EE UU, Joe Biden, dio el visto bueno a la operación de este jueves.
El miércoles, el Consejo de Seguridad aprobaba, con los votos en blanco de Argelia, Rusia, China y Mozambique, la resolución 2722, que ordenaba a los hutíes cesar de inmediato su hostigamiento en el mar Rojo. Esas milicias sostienen que perpetran los ataques para conseguir que Israel ponga fin a la ofensiva que desarrolla en Gaza y que ya ha matado al menos a 23.000 palestinos, en represalia por los atentados de la milicia radical palestina Hamás en su territorio el 7 de octubre, en los que murieron al menos 1.200 israelíes.
Los golpes de los aviones británicos y estadounidenses representan la entrada en una nueva fase del conflicto en Oriente Próximo y su expansión a otros puntos fuera de Gaza. Precisamente el objetivo que Estados Unidos ha intentado evitar denodadamente en los últimos tres meses, mediante una intensa diplomacia y un aumento de su presencia militar en la zona. El secretario de Estado, Antony Blinken, concluía este jueves su última gira por la región, la cuarta, en la que trataba precisamente de calmar los ánimos y evitar que se ampliara la crisis.
Los aviones militares estadounidenses y británicos despegaron desde bases en la región —desde Chipre, en el caso de los cazas del Reino Unido — en dirección a Yemen para atacar los objetivos. El portaaviones Dwight Eisenhower, también desplegado en la zona, se sumó al lanzamiento de misiles. Un submarino estadounidense disparó misiles mar-tierra Tomahawk.
Las fuerzas de Australia, Bahrein, Canadá y Holanda también tenían previsto participar para aportar datos de inteligencia y apoyo logístico, entre otras capacidades, según los mandos militares estadounidenses.
Hasta el momento, la Casa Blanca no ha detectado movimientos de represalia de los hutíes, aunque estos grupos han prometido responder al ataque occidental. En una primera valoración, un alto mando del Pentágono, que también habló bajo la condición del anonimato en una conversación telefónica con periodistas, ha considerado que la capacidad de estos grupos de lanzar ataques ha recibido un golpe “significativo”.
Pero también ha matizado que “aunque tenemos completa confianza en que esta acción disminuirá y reducirá de nivel la capacidad de los hutíes, y desde luego en el futuro reducirá su capacidad y propensión a perpetrar esos ataques, no nos sorprendería ver algún tipo de respuesta”.
Tras el ataque de los aviones británicos y estadounidenses, una decena de países de la coalición han emitido un comunicado conjunto en el que insisten en que la acción “se ha desarrollado de acuerdo con el derecho a la defensa propia individual y colectiva consistente con la Carta de la ONU”.
Otros países se han mostrado más preocupados. Arabia Saudí ha declarado su “inquietud” sobre los acontecimientos en el país vecino y ha llamado a las partes implicadas a “la contención para evitar una escalada”.
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