Se califica como un alma libre y su historial da prueba de ello. Salió de la tierrina para triunfar como modelo; por amor saltó a la prensa rosa y por raparse la cabeza la prensa se desamoró de ella; conquistó la pequeña pantalla con Física o Química y, cuando estaba en la cima de la profesión, decidió bajarse de ella para volver al monte y dedicarse a sus dos hijos. Diez años después, su participación “sanadora” en MasterChef Celebrity ha hecho reverdecer el idilio con el público de una Blanca Romero (Gijón, 47 años) que ya anticipa sus próximos proyectos en cine y televisión. O, al menos, hasta que vuelva a aburrirse: “Yo me canso pronto de todo”.
Su próxima película, La abadesa, es la primera tras diez años de sequía. ¿A qué se debió este paréntesis?
A que tuve que criar sola a mi hijo. Mis padres no me podían ayudar tanto como con Lucía y no me quedaba energía para rodar. Mi calidad de vida me permitía dedicarme a él. Me siento una privilegiada, aunque a veces he sido mercenaria: vendí ropa que no me gustaba y defendí guiones que me parecían una gilipollez. Ahora la vida me obligó a trabajar de nuevo; si no, jamás habría ido a MasterChef.
En estos años, ¿Blanca ha saboteado mucho a Blanca Romero?
Nunca tuve una autoestima muy sana. Podía hacer miles de campañas de lencería, posando en braga y sujetador, y luego me moría de la vergüenza si mi novio me veía el culo mientras iba al baño… Hasta tenía que apagar las luces. Tampoco hoy me veo como me dice la gente, guapa y tal… La Blanca real no tiene nada que ver con la que se pone delante de una cámara. Si tuviese una mejor autoestima sería más feliz.
Su look con el pelo rapado y teñido a manchas de leopardo causó conmoción hace casi 20 años.
Lo que más rabia me da es que me vi obligada a quitármelo para hacer una promoción con una marca de relojes. Me jode no haber sido fiel a mis principios y verme influenciada por quienes juzgaban mi look. Hoy lo pienso y digo, ‘¡qué tonta!’. Si no me querían que hubieran cogido a otra.
¿Conserva en un lugar destacado el vestido de su boda con Cayetano diseñado por Karl Lagerfeld?
Tengo que mirar en la buhardilla, pero creo que se lo dejé a mi prima pequeña porque quería ir disfrazada para hacer truco o trato en Halloween y conseguir caramelos. Las cosas tienen el valor que se les dé y a ese vestido había que darle una oportunidad, pasearlo por el monte, no utilizarlo solo un día.
¿Recuerda algún detalle de su exsuegra, Carmina Ordóñez, que se le haya quedado marcado?
Algo que vi hacer tanto a Carmen como a Naty Abascal y a Isabel Preysler es llevarse a la cama una bandeja con picoteo. Ponían el despertador a las dos de la mañana, comían algo de chocolate o un dátil y se volvían a dormir. No sé si sería para poner a funcionar el metabolismo y quemar calorías, pero mira qué estupendas estaban.
¿Ha sido buena espectadora de sí misma en MasterChef Celebrity o se ha juzgado mucho?
A esta edad no soy tan crítica, tengo la personalidad muy definida. Y me queda poco tiempo para mirarme el ombligo. Me da igual ir con tres tallas más por la calle, que me vean guapa o fea, no soy menos feliz por eso. Es más, antes no hubiese permitido que la mitad de mis primeros planos en MasterChef, en los que se me ve feísima, hubieran salido a la luz. De modelo hubiera puesto el grito en el cielo: cada jueves, una llantina.
Reside actualmente en Villaviciosa, ¿prefiere vivir en el monte que en Madrid?
A Madrid solo puedo estarle agradecida porque me lo dio todo: trabajo, éxito, una calidad de vida alucinante… Además en aquel tiempo se cobraba mucho, aunque me acabé yendo de Física o Química porque en Italia me pagaban cuatro veces más. El dinero al final también tira de la profesión. Pero Madrid ya lo quemé, no me quedó una esquina por conquistar. Siempre será mi segunda casa.
Con apenas 20 años ya desfilaba en las mejores pasarelas del mundo. ¿La industria de la moda en los noventa era un lugar seguro para una joven recién salida de Asturias?
Jamás me faltaron al respeto ni viví una mala experiencia. Quizá es porque mi presencia imponía. Ahora la tengo más domada, pero yo podía llegar a ser muy agresiva y cortante. Encima hice boxeo, pego increíble y nadie podía sobrepasarse porque no daba pie a medio centímetro de más.